Este es un video-ensayo sobre una de las imágenes más representativas de México. Exploro su historia, secretos y el abuso de la imagen con fines lucrativos, políticos o personales.
Mexico
Puro Mugrero: Medios, cultura y sociedad con un toque gay
LGBT, Mexico, Movies, Projects, TV
A partir de ahora estaré publicando lo que tenga que ver con crítica de medios y sociedad en:
puromugrero.com
Los invito a darse la vuelta por ahí. Después de tres (¡!) años, próximamente habrá más videos.
Cualquier apoyo es bienvenido 🤓
La cruzada contra la “ideología de género” en México (Parte 1)
LGBT, Mexico
Criticar a la Iglesia católica (o cualquier religión institucionalizada) sigue siendo un tabú en México y esto ha ocasionado que una teoría de conspiración tan absurda como la “ideología de género” haya cobrado tanta fuerza en el país en los últimos años, amenazando con frenar o revertir derechos sociales que creemos ganados; además de alimentar la misoginia, homofobia y transfobia que cobra vidas todos los días. También ha propiciado que la institución sea incapaz de resolver sus problemas internos como las sociedades secretas en su interior, la corrupción y el encubrimiento sistemático de pederastia clerical.
La ciencia y las sociedades avanzan, pero hay quienes se rehúsan a aceptar el cambio por miedo, ignorancia o simplemente porque hay mucho dinero y poder de por medio. Para poder combatir las injusticias a nuestro alrededor debemos estar bien informados, por eso me di a la tarea de hacer una investigación profunda sobre todo este fenómeno “anti-género”.
Aquí se puede leer la primera parte.
Cine y TV en cuarentena 2020 (Parte 3)
Mexico, Monterrey, Movies, Review, TVEsta es la última parte de la lista. Si el mundo sigue igual tal vez me anime a hacer otra en un par de meses.
Sueño en otro idioma (2017)

Frustrantemente bella, así describiría Sueño en otro idioma. La premisa y la atmósfera son fascinantes, pero alrededor de la mitad hay un plot twist que convierte la historia en una telenovela. El final es bastante anticlimático y temáticamente todo se va a la basura; incluso parece una apología del machismo—solo hay que cambiar el género del personaje victimizado para que resulte evidente.
¿Recomendada? Sí, la primera mitad vale mucho la pena. Alguien debería escribir un fanfic que arregle la segunda mitad.
Swallow (2019)

Swallow es un thriller psicológico más inteligente de lo que parece. Hunter está casada con el esposo de sus sueños, pero la vida de ama de casa le resulta más monótona de lo que esperaba. Su vida empeora gradualmente desde el día en que decide tragar una canica, y poco a poco va ingeriendo cosas más peligrosas. No quiero decir más porque arruinaría el fascinante viaje psicológico de este personaje.
¿Recomendada? Sí, una joyita. El body horror queda sugerido pero es muy efectivo.
Tempestad (2017)

Hablar de los peores horrores del país en el cine es difícil porque se puede caer muy fácilmente en el melodrama, el sensacionalismo o la explotación de la tragedia, como en Chicuarotes que ya mencioné en la primera parte de esta lista. Este documental de Tatiana Huezo evita todo lo anterior concentrándose únicamente en las voces de las víctimas. Dos mujeres relatan cómo sus vidas fueron trastocadas irreparablemente por el crimen organizado y el ineficiente sistema de justicia mexicano. Mientras escuchamos sus experiencias vemos en pantalla tomas de paisajes naturales y urbanos que de manera simbólica reflejan y realzan el relato. Sin mostrar en ningún momento imágenes violentas, podemos hacernos una idea del infierno por el que han atravesado estas mujeres. Detrás de las cifras y noticias sobre el crimen organizado hay familias destruidas cuyas historias merecen ser escuchadas y así comenzar a sanar.
¿Recomendado? Sí. Este es terror de verdad porque es nuestra realidad.
The Assistant (2019)

El caso de Harvey Weinstein y el movimiento #MeToo acapararon los titulares hace un par de años por las escandalosas historias de abuso de poder por parte de los altos ejecutivos de Hollywood. Pero, ¿qué pasaba en estas oficinas? ¿Los empleados nunca se dieron cuenta? The Assistant nos pone en el lugar de Jane, una secretaria para un ejecutivo tipo Weinstein, y mostrando su día a día entendemos cómo el abuso pasa desapercibido o voluntariamente ignorado con tal de mantener la estabilidad laboral. Honestamente la trama es muy lenta y no ocurre mucho, es una película lenta y contemplativa que dice todo entre líneas.
¿Recomendada? Sí, pero solo si aguantas películas donde “no pasa nada”.
The Blob (1988)

Recuerdo que esta película se llamaba La mancha voraz cuando pasaban en televisión por Canal 5. Nunca la vi completa porque el gore me asustaba, pero ya de adulto resulta sumamente divertida y los efectos especiales prácticos han envejecido bien en su mayoría. La premisa es sencilla y efectiva: una masa gelatinosa comienza a absorber/matar gente, aumentando su tamaño en el proceso. Para disfrutar esta película no hay que tomarla tan en serio.
¿Recomendada? Sí, excelente para un maratón de películas de terror.
The Cat Returns (2002)

El gato regresa, como toda película de Studio Ghibli, cuenta con una dirección de arte hermosa. Fuera de eso, todo se siente muy mediocre. La historia de una niña que termina en un mundo fantástico de gatos parlantes suena prometedora, pero francamente para la mitad ya estaba tan aburrido que solo quería que terminara.
¿Recomendada? Meh, solo si ver gatitos animados (ni tan tiernos) es suficiente para entretenerte.
The Girl Who Leapt Through Time (2006)

El Blu-ray de La chica que saltaba a través del tiempo me lo topé muchas veces en tambos de supermercado y algunas veces estuve tentado a comprarlo solo porque era una película de anime barata. Después de verla en Netflix entiendo por qué estaba entre las baratijas. Una estudiante japonesa promedio descubre que puede viajar en el tiempo y no hace nada interesante con ello. La animación tiene algo muy extraño, parece que toda está rotoscopeada muy burdamente. La dirección me parece también muy mediocre: hay un uso excesivo de tomas muy abiertas con los personajes tan alejados que no vemos sus expresiones, y las composiciones de las tomas tampoco son muy interesantes, casi siempre todo se ve aburridamente centrado—¡esto es animación, la imaginación es el límite!
Ya para el final hay un plot twist que resulta muy ilógico si lo piensas más de dos segundos. La música (que está decente) y los diálogos quieren forzar una historia de amor con mensaje profundo pero no funciona. A pesar de solo durar 90 min, la película se siente eterna.
¿Recomendada? La verdad, no.
The Hitcher (1986)

¿Qué pasaría si recogieras a un extraño en la carretera y resultara ser un psicópata que te atormentará incansablemente como un terminator? Pues este thriller con tintes de terror está interesado en responder esta pregunta y el resultado es muy estresante y sangriento. No hay grandes preguntas filosóficas o temas complejos, es lo que es y ya.
¿Recomendada? Sí, si quieres ver algo que te mantendrá enganchado sin tener que pensar mucho.
The Last Exorcism (2010)

No soy muy fan del found footage ni de las películas modernas de exorcismos, sin embargo hay algo de esta película que me hace no odiarla por completo—que tenía potencial. Primero parece que hará una subversión del género, luego se retracta. Después llega un momento muy perturbador que hace parecer que escalará la intensidad y habrá un gran climax; pero no, salen los créditos. Fuck you. Fin.
¿Recomendada? Nope.
The Lodge (2019)

Hay cierto placer masoquista en ver una película depresiva; tal vez después de la desolación y desesperanza tu psique queda destruida y no le queda más que renacer y fortalecerse. Sea como sea, The Lodge es un thriller psicológico que toma su tiempo para mostrarte lo horrible que puede ser para una madre adoptiva tratar con niños que literalmente la quieren volver loca.
¿Recomendada? Si quieres sufrir un rato.
The Mist (2007)

Ya había visto The Mist hace tiempo y esta segunda vez la aprecié aún más. Una niebla misteriosa trae consigo criaturas bizarras demasiado hostiles, mientras que un grupo de personas atrapadas en un supermercado deben arreglárselas para sobrevivir y tal vez escapar. Lo interesante es que adentro de la tienda también surgirá el peligro cuando los intereses y valores de la gente entren en conflicto. Como siempre, la humanidad es un asco.
¿Recomendada? Si quieres una película sólida de sci-fi/terror.
The PRince of Egypt (1998)

Si Disney tomaba cuentos de hada clásicos y los convertía en animaciones musicales muy exitosas, Dreamworks hizo lo mismo pero con la Biblia. El príncipe de Egipto es sin duda una maravilla de la animación; por donde la veas es bella. En cuanto a historia y personajes, pues es lo que esperarías de una versión para niños de una historia de antaño.
¿Recomendada? Está bonita y no te intenta convertir.
Tiger King (2020) *Serie*

El primer éxito de Netflix durante la pandemia, Tiger King es la historia “real”—que convenientemente omite detalles para forzar su narrativa—de Joe Exotic y su bizarro mundo de crianza y tráfico de tigres y otros animales exóticos. El 99% de las personas que aparecen en la serie están mal de la cabeza y como espectadores no nos queda más que reírnos y sorprendernos de sus dramas como intentos de asesinato y suicidio.
¿Recomendada? Es basura entretenida.
Uncut Gems (2019)

Adam Sandler sabe actuar y vive una serie de eventos desafortunados. Las malas decisiones de un vendedor de joyas, guiadas por la codicia e imprudencia, llegan a una conclusión desastrosa, pero lógica y satisfactoria.
¿Recomendada? El buildup hacia el final está muy, muy bien logrado.
Unorthodox (2020) *Miniserie*

Esty es una chica de la comunidad judía ultraortodoxa de Nueva York que decide que para vivir la vida como quiere debe escapar hacia Alemania. La historia está basada en hechos reales, con sus libertades, y es muy efectiva en transmitirnos la desesperanza y urgente necesidad de huir de una vida opresiva que no quieres. En general todo está muy bien logrado y con tan solo cuatro episodios, no hay razón para no darle una oportunidad.
¿Recomendada? Mucho. Es casi lo mismo que One of Us pero la dramatización hace que sea más disfrutable.
Vivarium (2019)

Siento que Vivarium funcionaría muy bien como un corto, pues como largometraje se vuelve muy tedioso y aburrido. Una pareja joven llega a un nuevo fraccionamiento en los suburbios que tiene la pequeña inconveniencia: nunca podrás salir del vecindario por más que lo intentes. Lo que sigue es una serie de eventos bizarros que pretenden reflejar ansiedades de la juventud moderna sobre lo que significa formar una familia.
¿Recomendada? Meh, está “rara” pero no “rara interesante”.
Welcome to Chechnya (2020)

Rusia es una nación profundamente conservadora que no tolera la disidencia política o religiosa, como ya hemos visto en el documental de las Pussy Riot. La homofobia en Chechenia es tan extrema que hace unos años comenzó una persecusión de personas LGBT+ para erradicarlas de la región, con validación implícita de Putin. Este documental sigue el recorrido de algunos refugiados,que con ayuda de un grupo en Moscú, harán todo lo posible por escapar y sobrevivir.
¿Recomendado? Sí. Se le ha dado muy poca difusión a este caso en los medios masivos.
Ya no estoy aquí (2020)

Esta producción logra un buen balance entre hablar de la descomposición social y a la par mostrar una historia profundamente humana. La película ocurre durante la sangrienta guerra contra el narcotráfico del sexenio de Calderón; Ulises es un chico “kolombiano” de diecisiete años cuya vida cambia radicalmente cuando se topa con el crimen organizado y debe a escapar a Estados Unidos para salvarse a él y su familia. El ritmo es lento y contemplativo y prevalece una atmósfera de nostalgia y añoranza muy conmovedora. Es admirable que el director Fernando Frías trata con dignidad a un segmento de la población ignorado y despreciado por la “gente bien”, y revela la verdadera humanidad que todos compartimos.
¿Recomendada? Sí. Este es un lado de Monterrey que no aparece comúnmente en el cine. También es una prueba de que puedes tocar temas sociales difíciles sin caer en la explotación de la miseria (toma nota, Chicuarotes).
Desenfrenadas, irreverentes, feministas y con mucho corazón
Mexico, Review, TV
La primera gran señal para mí de que Desenfrenadas era algo diferente ocurre en el primer episodio cuando hay una breve participación de la reconocida actriz de doblaje Laura Torres caracterizada como Daria, un ícono feminista animado y al que ella daba voz en el doblaje al español. La serie animada marcó una generación por su excelente humor sarcástico y mordaz crítica social sobre la adolescencia estadounidense a finales de los 90, pero lo más refrescante era que el corazón de la historia residía en la amistad entre la protagonista y su mejor amiga Jane; juntas sobrellevaban los altibajos de la juventud con amor incondicional muy inspirador. Que los creadores de Desenfrenadas se esforzaran en aludir a esta animación de manera tan explícita para quien conozca la referencia (e imperceptible para quienes no) me dejó claro que estaba ante algo especial.
Debo confesar que mi intención inicial para ver esta serie de Netflix era hacer hate-watching, es decir, verla con intenciones de disfrutarla irónicamente criticando y riéndome de sus fallas. Aunque ya se había estrenado hace varios meses en la plataforma, no había escuchado a nadie hablar sobre ella. Mi impresión del trailer fue muy negativa—Otra serie mal escrita de whitexicans chiflados—pensé. Mi exploración de series mexicanas recientes me había llevado a resignarme a que la mayoría de las producciones, especialmente las comedias, son entretenimiento basura con pésimos guiones plagados de clichés y temas controversiales para estándares de señoras católicas; como en La casa de las flores, El juego de las llaves, Ana y más recientemente Cómo sobrevivir soltero (la más aborrecible de todas). Pero no, yo fui el tonto y prejuicioso porque después de hacer binge-watch de los diez capítulos de Desenfrenadas puedo decir que es de lo mejor que he visto, nacional o internacional, en años recientes. Me hizo reír y llorar, con una trama y personajes veraces e inteligentemente construidos, con un feminismo que sobrepasa los clichés y una fuerte crítica social integrada orgánicamente en la historia.
Esta serie creada por Diego Martínez Ulanosky trata sobre Vera, Rocío y Carlota, tres amigas de veintitantos años pertenecientes a una burbuja social de clase media-alta, que hacen un road trip de fin de semana de CMDX a Oaxaca topándose en el camino con Marcela, una chica oaxaqueña en serios problemas que, a punta de pistola, las obliga a darle un aventón. Esta premisa inicialmente me pareció algo problemática—la actriz principal morena como una delincuente violenta—pero finalmente funciona gracias a una cuidadosa construcción de personajes que reconoce este prejuicio y se preocupa por mostrar los motivos de cada chica para empatizar con ellas y sus motivaciones. Debajo de las groserías y el bullying light (porque sí son muy malhabladas y “llevadas”) encontramos humanidad y vulnerabilidad palpable; además, la química entre las cuatro actrices principales es tan buena que es un deleite verlas convivir.

Vera (Tessa Ia) es una aparente típica chava rica, hija de papi, que se siente con derecho a navegar por la vida haciendo lo que quiere sin sufrir consecuencias. Su introducción la retrata de manera extremadamente antipática: después de perder un ascenso en la revista de modas donde trabaja, explota y en un berrinche destruye la laptop de su rival e involuntariamente roba unos vestidos para una sesión de fotos. Para escapar de su realidad, invita a sus dos amigas a acompañarla en un viaje a Oaxaca con el fin secreto de perseguir a su fuckboy.
Rocío (Bárbara López) es una joven médica sobresaliente a punto de recibir una beca para estudiar en Suecia. Es atormentada constantemente por el recuerdo de su hermana recientemente fallecida y esto, aunado a la presión que ejerce su padre para que siga sus pasos y las dudas sobre el compromiso con su novio “Juanpi”, la llevan a aceptar la invitación de Vera para desaparecer por unos días.
Carlota (Lucía Uribe) es una chica feminista y poeta frustrada de familia judía que aún vive con sus padres sin saber qué quiere hacer de su vida. Su baja autoconfianza la hace fácilmente manipulable por Vera y así es como termina renuentemente accediendo a viajar con sus amigas. “Carli” cumple con las características estereotípicas de una feminista, desde su apariencia desaliñada hasta su manera de expresarse en sus diálogos contra el heteropatriarcado, pero al poco tiempo su caricaturización se desvanece y encontramos a una joven realmente comprometida con lo que pregona.
Marcela (Coty Camacho) vive una vida turbulenta en los barrios bajos, entre una relación extremadamente tóxica con su novio Joshua, cuidar a su hermano adolescente y la sombra del crimen organizado representada por un hombre apodado Sapo. Después de un altercado con este último es cuando por azar se cruza con el grupo de amigas y al no recibir ayuda “por las buenas” se ve obligada a intimidarlas y obligarlas a llevarla a su destino. Su introducción tal vez sí refuerza estereotipos, pero a través de los episodios reconocemos la dignidad, motivaciones y cualidades de Marcela para poder admirarla sin lástima o condescendencia. No es la “jodida” que debe ser salvada por la gente güera, más bien es un reflejo de lo que viven muchas mujeres en México.

El contexto inicial de las chavas es importante porque Ulanosky y su equipo no huyen de resaltar las evidentes diferencias de clases sociales como uno de los temas principales, sin caer en el maniqueo. Por momentos la trama se puede volver muy oscura, incluso perturbadora, sin embargo la serie no cae en el melodrama fácil. “Show, dont tell” es una regla de guionismo rara vez aplicada en las otras series mencionadas anteriormente, pero esta producción confía en el espectador para leer entre líneas las intenciones de los personajes y recompensar al espectador que haya puesto atención. El lazo entre Vera y Marcela en particular está muy bien logrado y, lo más importante, es creíble y lógico. El fuerte drama es digerible por el contraste con los momentos más contemplativos y divertidos, pero sobre todo gracias al humor irreverente.
La reciente controversia sobre la comedia racista-clasista en México llevó a muchos comediantes, actores y otras figuras públicas a declarar que el humor está muerto debido a la corrección política y las generaciones tan sensibles de ahora. Quienes piensan así debería voltear a ver a Desenfrenadas y aprenderle algo. Su humor toca temas temas “polémicos” como clasismo, racismo, privilegio, feminismo y la inseguridad del país; con el acierto de no usar a las personas desfavorecidas como objeto de burla, sino crear el humor a través de los choques de personalidades, y una mezcla de groserías y spanglish. Las veces que alguien actúa de manera racista o clasista, la burla es hacia la persona prejuiciosa, como debe ser.
Un problema de otras producciones contemporáneas es que se autoproclaman feministas con bombo y platillo cuando en realidad manejan el tema de manera muy torpe o limitada. Películas como Cindy la regia o series como La casa de las llaves y Ana parece que solamente basan su empoderamiento en la libertad personal, con mayor énfasis en el sexo sin compromiso o encuentros lésbicos. Y sí, es verdad que la liberación sexual femenina es todavía algo transgresor en cine y televisión de un país conservador como México, pero limitarse a este aspecto reduce el movimiento social a algo individualista. Además de con quién se acuestan o a quién le mandan nudes, Desenfrenadas no olvida mostrar la parte interpersonal del feminismo: las relaciones de apoyo entre mujeres están inscritas en el ADN de la trama.
Vera, Rocío, Carlota y Marcela son personajes refrescantes porque no están para nada idealizadas. Desde el primer episodio entendemos que son capaces de ser desconsideradas y tomar (muchas) malas decisiones. Entre ellas manejan un humor incisivo y se “pendejean” mutuamente todo el tiempo. Por otro lado, una y otra vez somos testigos del apoyo y amor que comparten para sobrellevar las dificultades que atraviesan. La interseccionalidad del feminismo es evidente cuando las chicas de CDMX son confrontadas con su privilegio y eventualmente lo utilizan para ayudar a Marcela. Al final de la serie la amistad entre las cuatro mujeres se siente real y satisfactoria porque se ha solidificado a través de la sororidad y los momentos, buenos y malos, que compartieron.

Si he hablado mucho sobre los temas y personajes es porque son el highlight de la serie para mí—se merecen que les echen mil flores—pero audiovisualmente también es un deleite. El soundtrack cuenta con música de artistas, muchas femeninas, en español con propuestas de rock-pop-electrónica muy cool (y un reguetón chusco por ahí). La dirección, edición, fotografía y dirección de arte son impecables. Los episodios son cortos pero utilizan el tiempo muy efectivamente, siendo raro que haya escenas que no avancen la trama o no contribuyan al desarrollo de personajes. Incluso un episodio que podría parecer filler, en el cual las amigas terminan en poblado pequeño en medio de una tormenta, tiene una carga simbólica enorme y pone en evidencia el gran avance en los arcos de personaje de las cuatro protagonistas.
Quien se sienta decepcionado o desilusionado por la basura mexicana de Netflix, Amazon Prime y demás, debe darle la oportunidad a esta serie. En un mundo ideal todo mundo estaría hablando y discutiendo esta joya. Realmente espero que produzcan una segunda temporada para retomar los cabos sueltos de la trama, pero sobre todo porque confío en que el equipo de Desenfrenadas aún tiene mucho que decir de manera inteligente, graciosa y humana. Vera, Rocío, Carlota y Marcela son the real deal.
Ana: retrato involuntario de una whitexican
LGBT, Mexico, TV
Ana es una serie “cómica” sobre la actriz Ana de la Reguera, creada por ella misma e inspirada en su vida personal y profesional. En ella retrata los problemas y ansiedades que sufre cuando está a punto de cumplir cuarenta años. Así como producciones recientes como La casa de las flores o Cindy la regia, esta serie nos muestra problemas de gente privilegiada aderezados con temas presuntamente controversiales o transgresores para una sociedad mexicana conservadora. El resultado no es gracioso ni la (auto)crítica es lo suficientemente interesante para hacer de esta una serie recomendable, a menos que ver a la actriz fracasando en ser irreverente o mirar sexo lésbico light y masturbación femenina (¡con squirting!) sea suficiente para dejarte satisfecho.
La premisa de la serie es simple: Ana de la Regadera (sí, ese es su nombre en la ficción), quien vive entre CDMX y Los Angeles, es rechazada para el papel que anhelaba y con el cual pensaba triunfar como actriz latina en EUA. Esto la lleva a una especie de segunda adolescencia donde debe reencontrarse y redescubrirse a sí misma, dejando atrás los traumas de su crianza conservadora y expectativas para una mujer de su edad. El principal problema de la serie es que la protagonista es extremadamente antipática, incluso insufrible, y debemos estar con ella el 99% del tiempo. Su personaje está construido para ser un antihéroe estilo Fleabag, de la serie del mismo nombre, pero la ejecución es bastante artificial:
- ¡Come comida chatarra y le encanta! Aunque sigue teniendo una figura muy delgada sin tener que hacer ejercicio.
- ¡Fuma mariguana y es un desastre! Aunque ella siempre se ve impecable y su departamento y casa están siempre limpios y relucientes.
- ¡Tiene tres (casi cuatro) amantes, y una es mujer! Parece que es tan cautivadora que puede ligarse a quien ella quiera sin esfuerzo.
- ¡Es grosera y dice “verga”! Insulta a quien ella quiera y no pasa nada.
Todos estos aspectos de personalidad, en abstracto, podrían hacer un personaje entretenido y divertido, ya que la comedia y el drama surgen naturalmente de conflicto; pero no, el humor es tan forzado y básico (¡el papá le manda imágenes estilo Piolín por Whatsapp!) que termina siendo odioso. Después de casi cada situación “cómica” hay un mini montaje de imágenes chuscas que después de la segunda vez resulta francamente pretencioso. Casi cada episodio presenta también un número musical que parece insertado solamente para cubrir el tiempo necesario del capítulo, no avanzan la trama o muestran algún matiz emocional inesperado, estos son los momentos de cringe más grande de la serie.
En cuanto al drama, el guion no tiene ningún interés en crear una trama interesante o que las acciones de Ana tengan consecuencias. Al principio de la serie, la actriz parece estar en graves problemas económicos, por lo que supondríamos que el dinero será un gran problema porque no obtuvo el papel que buscaba. Pero nada de eso, después de diez episodios, ella sigue viajando constantemente y lleva su mismo estilo de vida sin sacrificios o restricciones. Se da el lujo de rechazar comerciales en México, incluyendo un protagónico de una serie, e incluso va a una clínica de reproducción para congelar sus óvulos, lo cual eventualmente descarta porque no quiere dejar de fumar mariguana.
Para ser una serie que pretende mostrar una mirada “auténtica” a la vida de la actriz, parece que ocurre en otra realidad, una donde una mujer inmadura, chiflada e ingrata puede conseguir lo que quiere sin esfuerzo. La cereza en el pastel ocurre en el final de la serie: Ana obtiene un papel, sin tener que hacer casting, pero lo rechaza justo antes de empezar las grabaciones por considerarlo indigno. ¿No leyó nunca el guion?. Lleva el documento a una calle debajo del letrero de HOLLYWOOD y orina sobre él, mientras se escucha un voiceover pretencioso sobre cómo hay que perderse primero para encontrarse a uno mismo.
Las inquietudes y miedos de una mujer que “ya pasó su punto de expiración”, como repite la madre de Ana, sí son material fresco para la televisión mexicana. El rol de la mujer mexicana adulta alejada de los estereotipos de género y la exploración sexual, sí son temas “tabú” en la sociedad y, en teoría, sería bueno que se abordaran en los medios, sobre todo bajo el control creativo femenino. Pero, desafortunadamente, las buenas intenciones no se traducen automáticamente en material de calidad. La relación lésbica de Ana con Chock (cringe) es una situación novedosa para el espectador mexicano promedio, pero termina dando pena ajena. La amante es una caricatura de una feminista que se avienta frases como “esto va a ser muy heteropatriarcal de mi parte”. Escritores mexicanos: decir frases o términos trendy como: “heteropatriarcado”, “neoburguesía” o “sistema opresor capitalista”, NO es un chiste en sí mismo y NO da risa.
Otro instante de temas de diversidad sexual desaprovechados es el del personaje de la hermana de Ana (interpretada por su verdadera hermana). Ella es un tipo de personaje que no vemos comúnmente en televisión: una mujer lesbiana con estilo butch. Su participación en la historia se limita a apoyar a Ana y aconsejarla cuando tiene problemas… y ya.
También hay una secuencia en un antro gay en Los Angeles que resulta gratuita y parece que solo fue incluida para marcar el checklist de cosas que resultarían controversiales para una señora católica. No entiendo cuál era el punto de la escena, tal vez presentar a Ana siendo idolatrada por la comunidad LGBT+ porque es una ex-actriz de telenovelas y esto apela a la gente gay (¿?).
De lo poco rescatable de la serie son los valores de producción, ya que es evidente que sí hay gente con talento detrás de cámara. La dirección del cineasta Carlos Carrera ayuda a levantar un poco el flojísimo guion y malas actuaciones, sobre todo los números musicales que son visualmente inspirados. Los insertos después de los chistes también aportan para crear un estilo único. Las escenas que simulan ser grabaciones antiguas en VHS también están bien logradas y ambientadas. Pero finalmente nada de esto es suficiente para salvar esta serie.
Echarte los 10 capítulos de Ana da la sensación de haber presenciado a Ana de la Reguera masturbándose: es ella congratulándose a sí misma por ser arriesgada y transgresora pero en realidad lo único que hizo fue darse placer a ella misma, perdí la cuenta de las veces que otros personajes la halagan por su belleza o por “defender” los derechos LGBT+. Tocar temas tabú de manera muy torpe se está convirtiendo ya en un cliché del cine y series mexicanas, que parece ser que esperan elogios y reconocimiento automático simplemente por poner en pantalla estas situaciones, sin la inteligencia para hacerlo de manera divertida o profunda. El toque whitexican, que dudo que sea consciente, hace aún más insufrible todo. Lo único que me deja pensando esta serie es si la verdadera Ana de la Reguera será igual de odiosa e inmadura que su personaje.
Novedad y decadencia: La casa de las flores y su jotería
LGBT, Mexico, TV
Ver la recién concluida serie La casa de las flores es como comer Doritos Rainbows, es ingerir comida chatarra de colores arcoíris envuelta en un empaque pro LGBT+. Su variedad personajes y temas queer, entendiéndolo como lo referente a la diversidad sexual y de género, son un hito en la televisión mainstream producida en México e indudablemente esto tiene su mérito, pero las deficiencias en guion, construcción de personajes y falta profundidad temática hacen de esta una producción muy superficial como obra completa. A continuación expresaré mis impresiones generales de la serie, especialmente sobre su manejo de lo queer y los personajes de María José, Julián y Diego.

Primera temporada: telenovela con jotería fresca
Si hay algo que se le debe reconocer a la serie de Manolo Caro es su estilo camp bien definido y logrado. Dicho en términos simples, el camp es la jotería de la serie, sin entender esto como algo negativo o despectivo; es la estética y sensibilidad propia de la cultura LGBT+ en México. La serie aprovecha al máximo un repertorio de influencias como las telenovelas mexicanas de antaño, música pop en español, la estética de Pedro Almodóvar, la provocación y erotización del cuerpo masculino a la Ryan Murphy y la comedia vulgar mexicana, para consolidar su producto como una “telenovela millenial”.
La premisa de la serie es muy efectiva: tras el suicidio de la amante de Ernesto De la Mora, su familia debe mantenerse unida para sacar al patriarca de la cárcel y mantener a flote los negocios familiares, mientras los secretos que han guardado a través del tiempo salen a relucir. Las historias de familias disfuncionales de clase alta que se desviven por aparentar ser perfectas son ya un cliché de la televisión y cine mexicano, pero la diferencia radica en que La casa de las flores se regocija en las libertades que le permite Netflix para ser más irreverente y arriesgada, valiéndose de sátira, humor negro, desnudos, groserías y apertura de temas queer, que mezclados con giros de trama escandalosos propios de una telenovela crearon una divertida, morbosa y fácilmente digerible primera temporada.

Si hubo un personaje sobresaliente en la primera temporada, que no fuera por su factor “memeable”, sería María José (interpretada por Paco León), una mujer trans que es abogada y cuyo papel en la historia salía de los estereotipos al no girar en torno a su transición, las dudas sobre identidad de género o la violencia que recibía. De entrada, ella ya se presentaba con naturalidad y dignidad para poder participar en la historia ayudando a sacar a Ernesto de la cárcel y lidiando con el reencuentro sentimental con su ex-esposa Paulina y Bruno, el hijo que procrearon.
A través de flashbacks obtenemos un vistazo al difícil momento en el que la pareja se separa, pero en el presente María José y Paulina se muestran más maduras, se perdonan mutuamente y reavivan su relación. En el último capítulo la familia decide mudarse a España para alejarse de los problemas y empezar de nuevo los tres juntos. A mí parecer, este personaje fue un gran acierto y un indicio de que la serie podría ir a lugares interesantes.

Los otros personajes queer con mayor relevancia son la pareja de el hijo menor De la Mora, Julián (sosamente interpretado por Dario Yazbek), un nini viviendo a costa de la familia, y Diego (Juan Pablo Medina), el asesor financiero familiar. La bisexualidad de Julián y mostrar abiertamente la vida sexual de una pareja gay con notable diferencia de edad es uno de varios méritos automáticos para la serie. Después de una obligada trama de salida del clóset y la aparente ruptura de los amantes, solo el tiempo diría si sus historias se encaminarían por rumbos más interesantes.
Si bien la primera temporada tiene sus aspectos criticables, como la controversia sobre un actor cis interpretando un personaje trans o el nulo carisma de Aislinn Derbez, las bases estaban bien cimentadas para una segunda temporada que podría ir en muchas direcciones. Pero al poco tiempo dos factores marcaron el inicio del fin: Verónica Castro no regresaría para más episodios y la serie sería víctima de su propio éxito, dando prioridad en el guion a complacer al público con lo que funcionó anteriormente y evitando ahondar en la complejidad de sus temas.
Segunda temporada: fanservice y personajes sin rumbo
A partir de la segunda temporada, la serie se convierte en una caricatura. La trama, en vez de estar sustentada en lógica del mundo real, prefiere generar y solucionar artificialmente los problemas. Un claro ejemplo de esto es que en los primeros capítulos, la familia debe idear un plan para recuperar el cabaret perdido, pero eventualmente Diego lo recupera tras apostar con el nuevo dueño en un evento que ni siquiera es mostrado en pantalla, solo se menciona y debemos aceptarlo sin pensar. Los personajes y su contexto mudan poco a poco a una hiperrealidad, anteriormente reservada para números musicales, donde todo puede ocurrir y nada debe tomarse en serio. Las tramas de la secta y el concurso de talento son tan absurdas y de un humor tan infantil que dan pena ajena y no vale la pena mencionarlas de nuevo.

Aquello que funcionó con las audiencias en redes sociales se subió de nivel. Si Paulina de la Mora hablaba graciosamente, ahora su “acento” será más marcado; si “salúdame al Cacas” dio risa, usaremos a este personaje para que mencionen su apodo regularmente; si les gustó el soundtrack, ahora habrá más momentos musicales. Esto es fanservice: complacer a las audiencias de manera superficial. Puede ser gracioso de vez en cuando y hasta disfrutable, pero en este caso solo es maquillaje para cubrir defectos.
Afortunadamente para María José, su personaje sale bien librado en esta temporada. A su regreso a México tiene una breve pero valiosa interacción con las imitadoras drag del cabaret, ayudando a “Gloria Trevi” a cambiar sus documentos de identidad. Es una situación un poco melosa tal vez, pero me parece que se representó con buenas y honestas intenciones. El mayor problema para la abogada es la extraña e incómoda relación con su hermana Purificación, cuyos motivos se mantienen en misterio por el momento y serán revelados hasta la tercera temporada.

Otro pequeño acierto de estos episodios es cuando Paulina busca a las imitadoras para reincorporarlas al cabaret. Brevemente les observamos en sus contextos sociales fuera de personaje, un toque necesario para humanizar y darle más profundidad a estos personajes, que lamentablemente no volverán a tener después.
En cuanto a Julián, su ex-novia lo sorprende con un embarazo que pretende adjudicarle, pero luego se descubre que no es de él. Por algunos capítulos el hijo menor De la Mora recapacita sobre su vida y quiere superarse, pero al carecer de habilidades o intereses más que el sexo, se convierte temporalmente en escort. Esto se presenta de manera chusca y sin consecuencias de ningún tipo, por lo que a la larga es intrascendente. Su momento para ser útil es cuando sugiere incorporar strippers masculinos al cabaret.
Por otro lado, Diego se reencuentra con Julián para aclarar que él no ha robado el dinero de la familia y retoman su relación, hasta llegar a convivir brevemente con la bebé y sentirse como padres por un momento. Debemos creer que esto activa los instintos paternales de ambos y deciden que quieren tener un hijo biológico juntos. ¿Será esto una decisión correcta? ¿Es sensato fomentar este deseo de Julián dada su inmadurez e inestabilidad económica y emocional? A la serie no le incumbe cuestionarse esto y Diego coge en secreto con su cuñada Elena para embarazarla (con su consentimiento) y hacerle el favor a la pareja. Ah, y también él es encarcelado, pero no importa porque sale libre casi inmediatamente.

Al menos solo queda una temporada más, esto no se puede poner peor, ¿cierto? (Spoiler alert: sí)
Tercera temporada: un spinoff repentino y un final mediocre
La tercera temporada toma los peores aspectos de la segunda y los amplifica. El fanservice se convierte en un atractivo principal de la serie y llega a tal grado de ridiculez que ahora ocasionalmente los personajes incorporan letras de canciones pop o memes en sus diálogos.

Lo único que salva este bodrio de ser un completo desastre es una serie de flashbacks sobre la juventud de Virginia de la Mora. Ya que Verónica Castro nunca regresará a la serie, los guionistas insertan una historia que ocurre en los años 70s para explorar el backstory de su personaje. Viéndolo de manera independiente, estos flashbacks me parecen bien logrados, con buena ambientación y ofreciendo un vistazo (un poco forzado tal vez) a la cultura queer y homofobia de la época. Las versiones jóvenes de los personajes son muy convincentes y colorean mejor su psicología en el presente.
Un nuevo personaje introducido en el pasado es Pato (Christian Chávez), un chico gay del círculo social de Virginia. Aunque nunca habíamos escuchado sobre él anteriormente, resulta que ha jugado un papel muy importante en la vida de la familia De la Mora. Es el verdadero padre de Paulina, descubrió el secreto de la muerte del padre de Virginia, introdujo a todos en el movimiento LGBT+ de la época e incluso debemos asumir que gracias a él Ernesto adquirió un gusto por el drag que lo lleva a manejar un cabaret en su adultez. Para sustentar todo este peso en la historia, se le da mucho tiempo en pantalla a Pato (para desfortuna de otros personajes principales), lo cual no necesariamente es un error. Su trágica historia de amor, aunque puede ser predecible, está decentemente desarrollada y con un muy gráfico crimen de odio nos recuerda que antes las cosas eran peores para los gays.

Todo lo que ocurre en flashbacks parece más bien un spinoff porque, aparte del cambio brusco de tono, los eventos del pasado tienen poca repercusión tangible en el presente, probablemente porque los dos personajes que reciben mayor atención, Virginia y Pato, ya están muertos. De haber ocurrido en la primera temporada o en una película, esto pudo haberse sentido más sólido. Los paralelismos entre el pasado y el presente son a lo mucho superficiales. La motivación de la abuela, una nueva villana de la temporada, no adquiere alguna nueva dimensión y el esclarecimiento del crimen de odio hacia Pato tampoco importa; el hecho de que Paulina descubra la verdad sobre su padre podría no haberse incluido y no cambiaría nada de la conclusión de su personaje.

Contrario a la seriedad de los flashbacks, los demás personajes queer viven en un mundo de caricatura. María José tiene una nueva relación, que parece sacada de la manga, con una mujer llamada Kim, quien abusa de su hijo trans para obtener atención… o algo por el estilo. María José, quien anteriormente era altamente empática y centrada, observa una escena de maltrato y en lugar de ayudar al niño, corta con Kim y estos nuevos personajes desaparecen. Esta situación parece que era solamente un obstáculo artificial para postergar su regreso con Paulina. La trivialización de la violencia trans, sobre todo por parte de uno los pocos personajes genuinamente buenos en la serie me pareció de pésimo gusto por parte de los guionistas.

Al principio de la temporada y de nuevo en el último capítulo, María José saca a Paulina de la cárcel mediante corrupción. En México todo se puede con dinero, es lo que nos dicen en un principio de manera factual, no como algo negativo. Entonces no debemos cuestionarnos el actuar de la abogada, simplemente estar satisfechos con su tenacidad para salvar a su prometida. María José y Paulina se casan en el final de la serie y gracias a la química de los actores podemos sentirnos felices por la pareja e ignorar el viaje sin sentido por el que atravesaron en los últimos capítulos resolviendo el misterio de Pato. Una boda entre una mujer trans y una mujer cis sí es algo nunca antes visto en series mexicanas, pero es una lástima que ocurre entre un mar de sinstentidos, como el de que su hijo tuvo una fugaz carrera en un grupo musical sin la supervisión de sus madres.
Sobre Purificación, María José se muestra muy compasiva con ella ya que, nos enteramos, padece una enfermedad mental no especificada. Estas interacciones más que interesantes son desesperantes, ya que “Puri” es una villana unidimensional sin una sola cualidad. La dinámica entre hermanas es hueca y tediosa a pesar del esfuerzo actoral de Paco León por parecer que le importa. Creo que intentaban emular a una villana despiadada de telenovela, pero su poco desarrollo e involucramiento con otros miembros de la familia De la Mora hace que su presencia se sienta como una molestia, que se resuelve anticlimáticamente con un fantasma.
Probablemente la peor trama de toda la serie es la de Diego ingresando voluntariamente a terapia de conversión porque está urgido por procrear y no puede esperar a que Elena se recupere del coma. Tras reencontrarse con sus padres para darles la noticia de que tendrán un nieto, ellos lo siguen rechazando por su sexualidad, por lo que Diego toma la decisión más lógica y madura, ingresar a un programa de varios meses que su primo asegura puede cambiar su sexualidad y con esto poder tener una familia “normal” con una mujer. Esto suena tan absurdo e inverosímil para el personaje que tengo la teoría que era una parte de la historia de Pato en los flashbacks, pero por alguna razón se lo adjudicaron a Diego.

El manejo de la situación es tan pobre y desafortunado que trivializa un fenómeno que sigue existiendo en nuestro país y causa graves y duraderos daños psicológicos a quien lo vive. Abordar un tema tan delicado requiere un compromiso y responsabilidad que simplemente no tienen los guionistas de esta serie. Dos episodios seguidos terminan con él recibiendo electroshocks (¿realmente se siguen utilizando hoy en día?) y en su estadía tiene una cita con una mujer mientras es observado por un grupo de personas detrás de un espejo de doble vista.

Finalmente es Elena embarazada, acompañada de Julián, quien convence a los padres de Diego que lo saquen de ese lugar. La pareja de hombres declara que su amor es más fuerte que antes y Elena queda tan conmovida que quiere compartir la crianza del bebé con ellos, y con un repartidor de Rappi (digo, Rabbit) que acaba de conocer. Diego llora en su bañera en una escena que dura unos segundos y luego todo se olvida cuando nace el bebé. Todos serán muy felices.
Tal vez la intención era darle a Julián y Diego un final de telenovela pero subversivo: “la pareja gay forma una familia… ¡pero de cuatro!”, sin embargo el build-up es pobre y no considera la lógica ni consecuencias de los eventos que acaban de ocurrir. La serie tampoco está interesada deconstruir estas ideas heteronormadas y románticas, sino al contrario, parece validarlas: los problemas de una pareja inestable se resolverán formando una familia con hijos.
Conclusión: todo se marchita
Ignoro qué tanto del bajón de calidad de la segunda y tercera temporada se deba a la salida de Verónica Castro y los ajustes que se hayan tenido que hacer al guion, pero el producto final es el que habla por sí mismo. La casa de las flores llenó un vacío que existía en las producciones mexicanas, aportando una estética, humor y temas frescos para el público nacional, pero ser el primero en algo no debe automáticamente considerarse como de buena calidad.
Aunque el camp es un estilo válido así como usar las telenovelas como influencia, esto no es una excusa para escribir guiones incoherentes. Parece que ya al final la serie se preocupó más por crear escenas que sirvieran para memes o gifs en lugar de contar una historia convincente. La casa de las flores es hasta ahora la mejor serie queer mexicana, simplemente porque no existe otra. Manolo Caro y otros realizadores deben superar este primer intento y mejorar sus producciones queer. El público merece más que Doritos Rainbows.

Cindy la regia y el progresismo sobrevalorado
Mexico, Movies, Review
Debo confesar que vi Cindy la regia por morbo después de la controversia que causó en redes sociales la opinión de la crítica de cine Fernánda Solórzano. Ella hablaba de una obra arriesgada que no caía en los clichés de las comedias románticas, dándole un respiro al género y siendo un gran logro para el cine mexicano mainstream. Ahora que la he visto, entiendo de dónde viene esta adulación: la película es transparentemente progresista, específicamente feminista y pro-LGBT+. Sin embargo, en su intento por ser políticamente correcta, el guion falla en crear un conflicto interesante y, extrañamente, evade hablar del clasismo, a pesar de que el personaje y la premisa se prestan naturalmente para explorarlo. ¿Estamos realmente ante un “parteaguas” en el cine mexicano, o nuestros estándares son tan bajos que un discurso social progresista básico eleva el valor de una película a niveles de admiración?

Ya conocía la tira de Ricardo Cucamonga de cuando estudiaba la prepa en Monterrey y me parecía muy acertada su representación de una chava de clase alta de San Pedro (una que otra compañera de clase era muy parecida). Con el paso del tiempo ya no conectaba con el humor/crítica social y dejé de seguirle la pista, pero cuando supe de la existencia de la película me entró la curiosidad: ¿cómo funcionaría un personaje que personifica el clasismo, hipocresía y doble moral de la clase alta regiomontana como protagonista en el cine? Inicialmente suponía que harían algo al estilo Nosotros los nobles, o tal vez parecido a las Niñas bien o Blue Jasmine de Woody Allen, donde una mujer privilegiada y clasista es confrontada con las desigualdades de clases sociales y el humor o drama resultar naturalmente de ahí. Pero no fue nada de eso, la solución de los realizadores del filme fue crear otro personaje superficialmente parecido al original pero eliminando sus defectos más pronunciados para hacerlo más digerible o likeable y de paso (intentar) crear un modelo a seguir feminista.
La nueva Cindy está reformulada para no incomodar a nadie, tal vez solo a la gente conservadora. Es excesivamente inocente, dulce, open mind, creativa y completamente adaptable al cambio. Su mayor defecto podría ser su ingenuidad, pero esto no le trae mayores problemas. Sus mayores sacrificios son no tener un novio rico y vender sus aretes caros para ayudar a alguien más. A pesar de la comprometida actuación de Cassandra Sánchez Navarro, el personaje resulta muy poco interesante al ser tan perfecta. Constantemente los demás personajes nos tienen que recordar lo excepcional que es la protagonista, halagándola por su inteligencia, buen gusto al vestir, su manejo del inglés, buen ojo para el diseño, su belleza, etc. Consigue un trabajo, amistades y pretendientes sin hacer gran esfuerzo. El resultado de todo esto es una historia completamente feel-good, pero hueca al momento de pretender dar sus enseñanzas feministas.
No quiero decir que las lecciones sean malas, pero están presentadas de una manera muy artificial, casi didáctica. En una ocasión Cindy expresa textualmente que ella tiene el derecho de “compartir su cuerpo” con quien ella desee y eso no tiene nada de malo. O en el clímax de la película, Cindy rescata de su familia homofóbica a la novia de su prima, literalmente entrando a su casa y dando un discurso de cómo hay que ser uno mismo para ser feliz. Por momentos parece que uno está viendo un capítulo de La rosa de Guadalupe progre.

Me parece muy peculiar cómo el guion de María Hinojos pretende dar lecciones de empoderamiento femenino, pro diversidad, sexualidad libre y demás, pero evita a toda costa explorar el clasismo y racismo que caracteriza a la clase alta mexicana, a pesar de tener el vehículo perfecto para hacerlo. Por ejemplo, creo que nadie utiliza la palabra “naco” ni una sola vez, a pesar de estar en el léxico común de este tipo de personas. Esto es una oportunidad desaprovechada, que ignora lo que hizo al personaje original popular en primer lugar. Las aventuras de Cindy en CDMX no tienen consecuencia alguna, incluso al final la protagonista regresa a Monterrey y se reintegra perfectamente a su círculo social, más “empoderada” suponemos, pero no hay manera de comprobarlo porque no interactúa con nadie, ni con su mamá con quien tuvo una fuerte discusión sobre el sexo casual ni con su amiga que le advirtió que no se fuera a “deschongar”. A pesar querer ser una comedia romántica subversiva, predeciblemente termina emparejada con el chico “pobre” de buenos sentimiento, que de igual manera a nadie en Monterrey le importa. ¿Tal vez su entorno no era tan malo en realidad? Quién sabe, el punto de la película es pasarla bien.
En comparación con una comedia mexicana de Omar Chaparro y Martha Higareda, definitivamente hay una intención intelectual distinta en Cindy la regia. Quiere dar lecciones importantes de vida, sobre todo para mujeres jóvenes, pero lo hace a base de cucharadas de azúcar. El humor de comparaciones Monterrey VS CDMX en ocasiones sí es chusco y los personajes pueden ser muy tiernos por ser tan inofensivos, pero la falta de conflicto, esencial para un buen guion, hace de esta una historia aburrida. El corazón está ahí, pero el cerebro no.
El fenómeno #Aristemo
LGBT, Mexico, TVLas historias sobre gays en telenovelas mexicanas no son algo nuevo. Desde los 90’s han aparecido personajes secundarios que casi siempre siguen una historia predefinida: miedo y confusión por su atracción hacia el mismo género, melodramática salida del clóset, rechazo social y finalmente aceptación e integración a la familia (con pareja estable). El asumir una identidad gay suele presentarse como una odisea de lágrimas, hostilidad e incluso violencia.
Mi marido tiene más familia (MMTMF) no se desvía mucho de la fórmula pre-establecida para este tipo de historias, pero el enfoque más digno, cotidiano y tierno (empalagoso incluso) con que trató a Aristóteles y Temo creó, tal vez accidentalmente, el fenómeno de redes sociales llamado Aristemo. Fue tal el impacto con el público, particularmente en Twitter, que después de extender la duración de la novela se le dio más tiempo en pantalla a la relación de Aristemo, y al terminar la novela se produjo una obra de teatro y subsecuentemente un spin-off “protagonizado” (más adelante explicaré por qué entre comillas) por la pareja. Incluso GLAAD premió a estos personajes por considerarlos una representación sumamente positiva e innovadora en el contexto de la televisión en América Latina.

La existencia de Aristemo es un paso hacia adelante en cuanto a representación gay en medios de comunicación masivos mexicanos: los chicos no se ven forzados a asumir roles tradicionales híper masculinos, se permiten ser sensibles sin llegar a lo caricaturesco y eventualmente se besan sin censura como cualquier otra pareja romántica. A pesar de lo anterior , la trayectoria del fenómeno no está exenta de sus tropiezos y situaciones problemáticas. Me parece necesario analizar estos aspectos negativo para entender cómo fue que lo que inició como una mirada más honesta y normalizadora de unos chicos gays se convirtió en una manipulación de las audiencias y últimamente en potencial desperdiciado. Parece ser que la televisión abierta aún no está comprometida en presentar historias de personajes LGBT+ que salgan del molde pre-establecido. Además de celebrar los avances, debemos tener la capacidad y disposición de criticar.
#Aristemo
MMTMF es en realidad la segunda temporada de Mi marido tiene familia (basada en una novela coreana). Al concluir la historia adaptada, la versión mexicana crea su propio argumento e introduce nuevos personajes, entre ellos Cuauhtémoc “Temo” López (Joaquín Bondoni), un adolescente nuevo en la ciudad de Oaxaca que desde un inicio se identifica como gay, aunque dentro del clóset aún. Su interés amoroso es Aristóteles “Aris” Córcega, otro chico que es aspirante a artista y apenas está descubriendo su sexualidad.
La relación Aristemo, así bautizada por las audiencias, cautivó a mucha gente debido a la representación tierna y sincera de lo que es ser un adolescente descubriéndose a sí mismo. En un principio Aris no tenía una idea clara de su sexualidad, y esto le causaba conflicto a ambos. Temo sufría por no saber si su amor sería correspondido. Este will they or won’t they? fue el gancho que atrapó a los espectadores quienes lograron hacer tendencia recurrente el hashtag #Aristemo para mostrar su apoyo a esta pareja de ficción.
A favor de MMTMF también podemos decir que el drama familiar de la salida del closet, si tal vez ya es un cliché a estas alturas, no escala a proporciones exageradas y son más los personajes que muestran su apoyo que los que rechazan. ¿Un reflejo del México contemporáneo?
Televisa no tardó en darse cuenta del fenómeno que tenían en manos, por lo que comenzó a aprovechar su poder con los seguidores para mantenerlos enganchados a la novela. El término “Aristemo” comenzó a ser utilizado por los propios personajes, incluso cuando no sonara natural.
La declaración de noviazgo de Aris a Temo después de un número musical (nadie dijo que las telenovelas fueran realistas) va algo como:

— Quiero decirte que… somos Aristemo.
— ¿Somos Aristemo?
— No pues esa es una pregunta que tienes que contestarme tú, Cuauhtémoc López.
— Sí, Aristóteles Córcega. Somos Aristemo.
[…]
— Claro que no es un sueño. Esto está pasando, es neta.
— Esto no va a ser fácil. Hay mucha gente que todavía no está lista para nosotros, para Aristemo.
— No, no no. A ver, pues qué chido que no lo estén, porque así tú y yo vamos a poder callarlos a todos.
Más que una declaración de amor parece un meta-comentario de Televisa, confirmando que están comprometidos a romper esquemas y darle a la audiencia lo que pide. Después del éxito de la producción, se amplía el número de capítulos y la historia se alarga más de lo inicialmente planeado. Y parece ser que ahora que la pareja estaba junta, se necesitaba otro gancho para mantener a la gente cautiva. La decisión fue usar el beso entre los adolescentes como carnada.
Queerbaiting o Kissbaiting
El término queerbaiting se utiliza en crítica de medios para hablar de una potencial relación homosexual entre personajes, que a pesar de estar sugerida, nunca se hace explícita. Ejemplos de ello son Finn y Poe en Star Wars, Sherlock Holmes y Watson o Capitán América y Bucky en el Marvel Cinematic Universe. La carnada (bait) se utiliza para atraer a un público LGBT+ hambriento de representación sin tener que comprometerse del todo a desarrollar abiertamente este tipo de historias.. Así se obtiene más audiencia sin alienar o hacer enfadar a grupos conservadores, o simplemente por no querer hacer un esfuerzo extra en integrar orgánicamente este tipo de relaciones.
MMTMF no cae en la definición tradicional de queerbaiting, sería algo más como kissbaiting, pero logró un efectos similar al guardarse el beso que sabe que la audiencia espera y no tiene justificación para no mostrar. En cualquier otra telenovela juvenil una declaración de noviazgo concluiría en un beso, así como en la vida real. La decisión de la producción fue guardar este momento indefinidamente para que hubiera algo que esperar. Así lograron que los fans en Twitter estuvieran al pendiente todos los días pidiendo que los personajes por fin unieran sus labios. El productor Juan Osorio se pronunció al respecto primero negando y luego prometiendo el evento. Mientras tanto en la novela se creaban situaciones donde Aris y Temo estaban en la intimidad y bien podían hacerlo, pero eran detenidos por alguien más o simplemente era una finta.

Para echarle sal a la herida, en los capítulos adicionales se introdujeron nuevos personajes en la historia, entre ellos Yolotl, que aunque por su nombre podría pensarse que sería una chica de ascendencia indígena, no es así (pero el tema del racismo y blanqueamiento de personajes en la novela es tema aparte). Esta adolescente se interpondría entre la pareja gay e intentaría enamorar a Aris. El primer gran enojo de la audiencia fue cuando en los créditos iniciales de la novela se presentaba un beso (no correspondido) entre “Yolo” y Aris, enfureciendo a los fans a tal grado que eventualmente se eliminó esta toma de la introducción.
En la recta final de la novela los escritores se permitieron explorar las primeras citas de Aris y Temo, con situaciones cotidianas y tiernas, con los seguidores siempre a la espera del prometido beso. En un punto los dos chicos se hacen tatuajes idénticos para demostrarse su amor. Para Todo eso es aceptable de mostrar, pero EL beso debe guardarse forzosamente hasta que la audiencia esté lista, es decir, hasta el último capítulo. Efectivamente, en el último capítulo Aris y Temo se besan no solo una sino DOS veces. Gracias Juan Osorio y producción por ser tan generosos con su audiencia.
Finalmente las muestras de cariño de la pareja se presentaron de manera digna, romántica y honesta, probablemente por la buena química de los actores. El público, principalmente en redes sociales, respondió de manera muy positiva, poniendo una telenovela de televisión abierta (un medio en decadencia) al centro de la conversación y generando tal impacto que recibieron el GLAAD award por su buena representación en la televisión de habla hispana. Si es por popularidad, Aristemo se puede considerar un éxito. Pero por mi parte no puedo dejar de ver el contexto y todo lo que le precedió y no termino de estar satisfecho.
Cuando algo tiene un éxito inusitado hay que aprovecharlo al máximo, así que inmediatamente Televisa anunció dos spin-offs dedicados a Aristemo, una obra de teatro llamada “Aristemo el musical” y una serie-telenovela llamada “Juntos, el corazón nunca se equivoca” (JECNSE).
La obra de teatro, como su nombre lo indica, es un musical compuesto por canciones que sospecho son del disco debut de Emilio Osorio y es una historia que no es parte del canon de las novelas. Al parecer por las reacciones, igual que en la telenovela, un breve beso se guarda para el final. Las viejas costumbres son difíciles de superar.
Juntos, el corazón nunca se equivoca, el nombre más cursi de todos los tiempos

La expectativa para JECNSE era grande, después de todo sería la primera telenovela con protagonistas gays en la televisión mexicana. La audiencia estaba ya establecida y ayudaría a Televisa a conectar con el público joven que ya no ve televisión abierta. La obra de teatro había sido un éxito y Osorio y Bondoni hacían frecuentes apariciones en distintos programas de televisión e internet para mantener vivo el fenómeno.
La premisa de la telenovela (¿o serie?, solo tiene 26 capítulos) es que Aris y Temo se mudarían a la Ciudad de México para estudiar la universidad. La pareja estaría migrando de una ciudad pequeña y conservadora a la más grande y abierta del país. El sueño de Aris de ser artista podría ser el enfoque, así como los problemas de una relación viviendo bajo el mismo techo. Podrían incluirse nuevos personajes que ejemplificaran la diversidad sexual y de género y abordar historias nunca antes contadas en las telenovelas. ¿Sería esto el inicio de una nueva era de entretenimiento más inclusivo y de acorde a la realidad de la gente LGBT+?
Antes de su estreno oficial en televisión Televisa subió el primer episodio a internet como pre-estreno. Mi primera impresión fue positiva, aunque las señales del desastre estuvieron desde el principio al verlo en retrospectiva. Como punto a su favor, Aris y Temo se llamaban el uno al otro como novios y los demás personajes también se referían a ellos así. Out and open y aceptados por la familia, daba la impresión que la homofobia no sería ya un problema tan relevante en la trama. También debo confesar que la canción de los créditos finales es muy pegajosa.
Algo que me llamó mucho la atención era el elenco. Contrario a lo que se podría pensar de un spin-off de adolescentes, la mayoría de los demás actores eran adultos mayores de 40, caras conocidas de telenovelas de antaño. Sospecho que el fin de esto era conservar la audiencia de “señoras que ven telenovelas” que podrían no sentirse identificadas con personajes más jóvenes (y LGBT+). Después de todo, JECNSE pasaría en horario estelar de 8:30 a 9:30 de la noche.

Peor aún, aparte de Aris y Temo, solo había otro personaje abiertamente gay relevante, Diego, quien ya había aparecido esporádicamente en MMTMF. Un cuarto y quinto personaje, el adolescente Mateo y la señora Nora, podrían ser gay y lesbiana respectivamente (o bi), pero no se dice explícitamente. A él lo emparejan con Diego un poco a manera de queerbaiting. Y a ella la muestran sufriendo el rechazo de su hermana por amar a otra mujer llamada B. No se molestan en darle un nombre de verdad a esta mujer o mostrarla siquiera claramente hasta el último capítulo a manera de sorpresa. Decepcionante…
Puede parecer muy trivial mi insistencia con este tema, pero el primer beso de Aris y Temo ocurre hasta alrededor del cuarto capítulo, mientras que en el primer episodio se muestra uno entre Ubaldo (el villano de la historia) y Carlota, quienes tienen una amplia diferencia de edad y su relación no es particularmente romántica. Él se está aprovechando y ella lo permite porque necesita información para resolver el misterio de la muerte de su hermano (telenovelas a final de cuentas). Sospechoso…
Una historia de política y dramas genéricos de telenovela (y una pareja gay por ahí también)
Hablar a detalle sobre la trama de la serie no creo que valga la pena. Mi teoría es que Televisa tenía guardado por ahí el guion de una telenovela sin producir sobre política y solo le metió a los Aristemo con calzador. A grandes rasgos, Ubaldo es un político corrupto que mandó asesinar al hermano de Carlota y los demás deben resolver el misterio y evidenciar la maldad del político para frenar su trayectoria y hacer justicia. Definitivamente una trama MUY gay.
La mamá de Aris, Polita se instala desde el principio como vecina de la pareja y sus roomies, limitando la posibilidad de contar historias sobre absoluta independencia de los padres. Ella muere repentinamente a mitad de la serie y reaparece después ocasionalmente como fantasma-espíritu-alucinación (because telenovelas). Brevemente se contempla la posibilidad de que Aris y Temo adopten al hermanito menor del primero pero (tal vez afortunadamente) no le dan seguimiento a esto.
Otro personaje que regresa de MMTMF es el papá de Temo, Pancho, un personaje más odioso que Homero Simpson en sus peores épocas. En la recta final de hecho le roba protagonismo a Airstemo y enfrenta directamente a Ubaldo. Carlota y su papá Olegario también son personajes activos dentro de ese conflicto, relegando a Aris y Temo a personajes secundarios en su propia serie.
El melodrama y las situaciones resultan de lo más trilladas, reciclando conflictos genéricos de telenovela sin darle a la pareja gay una historia interesante más que “luchar por estar juntos” aunque, salvo por un balazo, no se siente que haya algo tan peligroso que los pueda separar.
Estas son las sinopsis de un par de capítulos:
“Olegario descubre que Carlota y Ubaldo son amantes; Ubaldo golpea a Soledad tras enterarse de su relación con el profesor Collins.”
“Mateo le dispara a Aris y a Carlota y sus almas se van a un mundo en el que se encontrarán con Andrés; Olegario le cuenta a Elsa el secreto de Carlota.”
Aunque debería serlo, la carrera artística de Aris nunca tuvo gran enfoque en la telenovela, en el capítulo final insertan un fragmento de la obra de teatro de la vida real, pretendiendo darle un cierre a esta historia, aunque carezca de sentido porque Temo canta también y en la telenovela él no tiene pretensiones artísticas.

Olegario y Ubaldo participan en un enfrentamiento que parece sacado de una historia de narcos. Nora agradece ser aceptada, pero nunca se dice qué es lo que están aceptando ni le dan nombre a B. ¿Tal vez cortaron sus escenas? El product placement nada sutil abunda incluso en el último capítulo. Aris tiene una fantasía donde su papá lo observa mientras besa a Temo, y reaparece su mamá conviviendo con su hermanito. Regresan personajes de MMTMF y se habla sobre cómo la familia es lo más importante, reciclando el tema de la telenovela original.
Muchos fans no estuvieron nada contentos con el desarrolló la serie y mucho menos con el final. Incluso se leían en Twitter burlas de que Carlota era la protagonista y a los chavos gays deberían de hacerles un spin-off.
Infantilización
Otra situación que me llamó mucho la atención es el manejo infantilizado y desexualizado de la relación Aristemo. A pesar de tocar (torpemente) temas como adopción o matrimonio, la parte sexual de la pareja es algo que no se aborda en lo absoluto, salvo un par de excepciones donde “podría” interpretarse que ya hicieron algo. Esto no es algo nuevo de JECNSE, ya que en la telenovela original la pareja aparecía frecuentemente agrupada con los niños pequeños de la familia, impidiendo que sus interacciones fueran más adultas.
Aris y Temo viven una relación donde se declaran su amor constantemente, pero evaden hablar sobre experiencias sexuales. Esto además de ser (debatiblemente) muy cursi, es totalmente irreal. A esa edad y viviendo juntos en una nueva ciudad, dos universitarios que se quieren y son novios experimentando plenamente su sexualidad sería lo más lógico. No estoy diciendo que fuera necesario mostrar escenas sexuales, pero pretender que es algo que no ocurre es francamente querer evadir la realidad. Alguna vez vi telenovelas juveniles de más chico y recuerdo que el sexo era parte importante en la vida de los jóvenes. Pero tal vez estoy pidiendo mucho si mostrar un beso aparentemente es altamente controversial.
Por cosas como estas, la primera serie gay de la televisión abierta acaba siendo una telenovela genérica carente de identidad, que además no supo, o no se atrevió, a cumplir lo que inicialmente prometió: contar una historia auténtica sobre una pareja gay viviendo en CDMX. Estoy casi seguro que hubo censura detrás de cámara que impidió que se tocaran ciertos temas, pero el pésimo guion no tiene excusa. Tal vez a Televisa nunca le importó realmente la calidad del producto y solo quería explotar un fenómeno que no entendió realmente cómo ocurrió en primer lugar.
Últimos pensamientos
No puedo decir que el fenómeno Aristemo fue un desastre. Si nos guiamos por las reacciones en redes sociales, el poder ver una relación gay tratada dignamente (en MMTMF y JECNSE en menor medida) le dio esperanza y ánimo a muchos jóvenes para vivir más abiertamente. Incluso al día de esta publicación, KCA con Aristemo es TT en Twitter, a pesar de que la serie terminó el 26 de julio. Quiero suponer también que la popularidad de la pareja también ayudará a normalizar las relaciones gays y lesbianas en sectores más conservadores del país. A final de cuentas, las telenovelas aparte de reflejar realidades de la sociedad, ayudan transformar el pensamiento colectivo y exponer a la audiencia a situaciones y personas que viven realidades distintas. Después de todo, el premio GLAAD no lo ganaron sin una razón.
Se podría debatir sobre el valor de una obra por su impacto social sobre la calidad del producto en sí. Calificar como buena o mala la representación de Aristemo depende del lente con que se analice. Finalmente el público decide el valor que le da a las cosas y el grado de exigencia que pondrá a lo que consume. Televisa intentó replicar la popularidad de Aristemo en la telenovela Amar a muerte con Juliana y Valentina (Juliantina) pero el éxito no fue el mismo. Lo que los productores deben entender es que el éxito de Aristemo no fue planeado. Su popularidad espontánea denota una verdadera necesidad, la de ver historias diversas contadas de manera digna y honesta.
Aristemo fue un paso hacia adelante (con ganas de dar dos para atrás en el spin-off), pero no debe ser el último. Las personajes LGBT+ no deberían presentarse con estándares distintos a los demás y espero que algún día una pareja de gays o lesbianas en televisión no sean noticia porque se dieron un beso sino por tener una buena historia.
La camarista
Mexico, Movies, Review
“En esta vida no todos obtienen lo que quieren”, le dice el ama de llaves a Eve casi al final de La camarista, tras negarle un merecido ascenso. Este primer largometraje de Lila Avilés nos enfrenta a esta realidad, la de miles de personas cuyo empleo no tiene reconocimiento o recompensa satisfactoria, aquellos trabajadores invisibilizados que contribuyen a que el sistema siga funcionando. La mirada sobria de Avilés, casi documental, hacia este mundo no pretende dar una moraleja sino ser un campo fértil para la reflexión.
La camarista guarda algunas similitudes con Roma de Alfonso Cuarón al ser un slice of life de una trabajadora cuya labor no siempre es bien agradecida por sus empleadores. Evelina (Gabriela Cartol) es una chica de 24 años que tiene que trabajar en un hotel ejecutivo para mantener a su hijo. La mayor parte de su vida transcurre dentro del edificio donde labora, donde la gente alrededor de ella espera resultados y subordinación. El trato con los huéspedes es prácticamente nulo, algunas veces indigno, siempre bajo una dinámica implícita de sumisión, pues los únicos deseos que importan son los del cliente.
Eve recupera su humanidad momentáneamente cuando habla por teléfono con su hijo, un recordatorio de que debe aguantar el día a día por el bien mayor. Su relación con otros empleados, particularmente Minitoy, también ayudan a mitigar el tedio y dan un escape momentáneo a las repetitivas y arduas tareas de Eve. Pero la protagonista no está resignada a su condición actual, sus acciones indican que quiere superarse, sin embargo las condiciones de su entorno no siempre lo permitirán. Cuando no le dan un esperado ascenso o las clases para empleados son abruptamente canceladas, no hay lugar para la queja. Hay más habitaciones por asear y el sistema no permite que alguien sea improductivo.
A diferencia de Roma, cuya fotografía y dirección creaban cuadros hermosos, casi poéticos, que enaltecían escenas cotidianas, en La camarista las imágenes son claustrofóbicas y opresivas, llegando incluso a ser abstractas ocasionalmente. Sin recurrir al melodrama y libre de idealizaciones, entendemos perfectamente la frustración y enojos de Eve. Cuando las adversidades llegan, no tenemos opción más que absorberlas y guardarlas, pues rara vez se nos permite la catarsis.
La película de Avilés no tiene necesariamente el objetivo de entretener: es lenta, silenciosa y no está preocupada por crear escenas dramáticas si no son necesarias. El disfrute de ver esta obra está directamente ligada a la capacidad de empatía y esfuerzo intelectual que se quiera emplear. Ver a Eve trabajar a solas en tareas mundanas como tallar una bañera o atendiendo a personas ingratas, sin ningún tipo de exageración, deja en el espectador la tarea de encontrarle significado.
Personalmente, La camarista (al igual que Roma) me parece una película imprescindible para comprender el México en el que vivimos, para tener una visión más amplia que vaya más allá de la vida de la gente rica y su opulencia o los problemas de violencia que vive el país. La desigualdad social, el clasismo y el racismo son un lado oscuro del país que no queremos ver (en el cine), por eso es importante enfrentarlo y mostrarlo honestamente. Por eso es importante dignificar y darle voz a aquellos que la sociedad nos ha hecho pensar que no importan. Eve es un personaje digno, fuerte y que no se da por vencido a pesar de que a su entorno no le interesa si triunfa o no. El final abierto no nos da un indicio sobre su futuro, si su vida será buena o mala. Eso ya es decisión del espectador, así como pensarlo dos veces antes de hacer un tiradero en un hotel porque “alguien más lo va a limpiar”.
Si no todos vamos a cumplir nuestros sueños, debemos aprender a encontrar la felicidad en las cosas pequeñas. Yo quisiera creer en el goce de aprender algo nuevo, de platicar con los amigos, de leer por gusto o incluso de la esperanza de recibir un vestido rojo del lost and found.